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Gabriela Pino ©
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La imponente instalación site specific de
Gabriela Pino nos envuelve bajo un haloLa operación de unir las latas se repite a lo largo y a lo ancho del espacio y, con la ayuda de la transfiguración del lugar, Pino crea un receptáculo suspendido entre lo efímero y lo eterno, en busca de una experiencia evocadora o de la posibilidad de “exteriorizar una forma de ver el mundo”, en términos de Nelson Goodman.
Aceptar o no el componente lúdico es el desafío que nos propone la artista. El de adentrarse en un terreno que sentimos cercano, a partir del uso de materiales cotidianos, carentes de toda pretensión pero que, al funcionar en conjunto, se convierten en una atmósfera totalizadora. Como un ágora contemporánea.
No es la primera vez que la artista trabaja con la repetición de un objeto. Lo hizo con los cajones de manzana, con los muñecos de Disney y las latas de tomate, pero hasta ese momento con cierto grado disruptivo, de resistencia y crítica al status quo. En esta oportunidad, en cambio, el mensaje es propositivo e integrador. Se orienta a la búsqueda y a la creación de un lugar de encuentro, de intercambio de ideas, de reflexión y también de silencio. Un ámbito común para enriquecer la experiencia y materializar las ideas más profundas.
Así,
Pino, articula un conjunto de significados ausentes en el acto del consumo, para descubrir la naturaleza de un nuevo signo.Gabriela Urtiaga / Curadora